¿Cómo poner freno a la vorágine cotidiana para dar lugar a la vida misma?
¿O es que la vida misma no existe oculta tras todo eso? ¿O será que la sola posibilidad de que no exista desanima esa búsqueda, nos acelera y enloquece?
¿Estamos todos locos o está loco aquel que nos hace tomar conciencia de la locura?
¿Y qué hacemos? ¿Lo quemamos, lo humillamos, le enseñamos una lección que lo re-ubique para el resto de su vida? ¿Le hacemos perder la esperanza, para que no nos moleste, con su necesidad de cambio?
¿Se puede vivir una vida donde voluntariamente nos libremos de las acusaciones, de las evaluaciones, de los juicios finales?
¿O para eso habría que reconstruir la misma hoguera con que nos queman y prenderlos fuego a todos juntos?
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