una langosta en un desierto: Reflexiones

20.7.08

Reflexiones

Qué suerte no haber nacido mujer en Brasil
Se dieron cuenta que nosotros no elegimos lo que comemos, lo que llega a nuestra mesa, sino que los supermercados eligen por nosotros?? ¿Será una fasceta de la inflación o del capitalismo en sí?

4 comentarios:

Jota dijo...: no entendí lo de ser mujer en Brasil...
Y yo creo que si es por eso nunca elegimos nada... Hay cosas en un supermercado que no están en otro, y dentro de lo que te ofrece el supermercado que vos elegís, elegís entre la (generalmente escasa) variedad de productos. Sería imposible que todos los productos existentes estén disponibles... no?; 20 de julio de 2008, 20:01
Ariel Casanova dijo...: lo de ser mujer en brasil, tampoco me queda claro. ¿por qué? están todas buenas las brasileras.
Che, y eso de los supermercados... se puede esquivar, eh? te lo dice un naturista cuasi taliban.
verifico con dybhnkqb; 21 de julio de 2008, 5:26
solciss dijo...: Hola Andre!
Yo si entiendo (o creo entender) lo de nacer mujer en brasil. Acá vienen por temporada invernal 32654215465416 brasileros, no los soporto, gritan, cantan, y el sexo femenino son especialmente pesadas.
A mi, particularmente, me molesta que SIEMPRE estén producidas como para salir a matar, el pantalón se les pierden en el or...
botas altas, pintarrajeadas mal, aros de argollas enoooormes (no se los sacan ni para ir a esquiar!)
y son fanáticas, enfermas de la marca lacoste. Lo sé porque trabajé ahí, y las tuve que atender un buen tiempo.
(capaz no tenía nada que ver con lo que vos querías decir!! jajaj)

Estuve buscando lo que te quería pasar, volví a releer las páginas del libro, pero no lo encontré.. ya aparecerá!

un abrazo!; 22 de julio de 2008, 4:09
Andreievna dijo...: En realidad lo de ser mujer en Brasil lo decía pensando en que nací en un lugar donde al menos todavía queda clase media, donde hay algún sentido más o menos "progre" de las posibilidades que tenemos como mujeres. Y lo pensaba porque escuchaba unos brasileros que contaban sus hazañas con pendejitas de 12, 13 años... que se yo, acá también pasa para el que nace en lugares menos favorecidos...
Ya sabemos que los pensamientos pierden sentido cuando se explican fuera de contexto...; 22 de julio de 2008, 4:58

Lo que esperamos

Oliverio Girondo

Tardará, tardará.
Ya sé que todavía
los émbolos,
la usura,
el sudor,
las bobinas
seguirán produciendo,
al por mayor,
en serie,
iniquidad,
ayuno,
rencor,
desesperanza;
para que las lombrices con huecos portasenos,
las vacas de embajada,
los viejos paquidermos de esfínteres crinudos,
se sacien de adulterios,
de diamantes,
de caviar,
de remedios

Ya sé que todavía pasarán muchos años
para que estos crustáceos
del asfalto
y la mugre
se limpien la cabeza,
se alejen de la envidia,
no idolatren la seña,
no adoren la impostura,
y abandonen su costra
de opresión,
de ceguera,
de mezquindad,
de bosta.

Pero, quizás, un día,
antes de que la tierra se canse de atraernos
y brindarnos su seno,
el cerebro les sirva para sentirse humanos,
ser hombres,
ser mujeres,
-no cajas de caudales
ni perchas desoladas-,
someter a las ruedas,
impedir que nos maten,
comprobar que la vida se arranca y despedaza
los chalecos de fuerza de todos los sistemas;
y descubrir, de nuevo, que todas las riquezas
se encuentran en nosotros y no bajo la tierra.

Y entonces…¡Ah! ese día
abriremos los brazos
sin temer que el instinto nos muerda los garrones,
ni recelar de todo,
hasta de nuestra sombra;
y seremos capaces de acercarnos al pasto,
a la noche,
a los ríos,
sin rubor,
mansamente,
con las pupilas claras,
con las manos tranquilas;
y usaremos palabras sustanciosas,
auténticas;
no como esos vocablos erizados de inquina
que babean las hienas la instarnos al odio,
ni aquellos que se asfixian
en estrofas de almíbar
y fustigada clara de huevo corrompido;
sino palabras simples,
de arroyo,
de raíces,
que en vez de separarnos
nos acerquen un poco;
o mejor todavía,
guardaremos silencio
para tomar el pulso a todo lo que existe
y vivir el milagro de cuanto nos rodea,
mientras alguien nos diga,
con una voz de roble,
lo que desde hace siglos
esperamos en vano.